El día que encontré a Alan Poe

El día que encontré a Poe
tenía los ojos como dos libros gastados
vivía en la vieja biblioteca
que se levantaba seis pisos desde mi mesa
Tenía la piel sangrante del empeño
Pasos pesados por las jornadas
Airoso en la poesía y encada paso extraordinario
Le comenté que su genio se miraba desde mi ventana
que sus pasos se extendían enormes en los días amorfos
Lo encontraba durante las noches
y en el amanecer forzado
en el lindero que impone pervivir en cada palabra
en cada silencio de instantes inquebrantables
de laberintos y casas que vuelan o se hunden
Me parecía tan cercano
Yo soy Alan Poe, le dije.

                                   Edgar Iván Hernández
S.S. 10.05.10.

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